El mercado financiero argentino acaba de darse vuelta como una media. Mayo tuvo cuatro semanas y media de extensión: durante las primeras tres semanas y media, los valores locales venían como un tren, con el dólar quieto, las tasas de interés achicándose, los bonos recuperando algo de terreno y la Bolsa de Buenos Aires era la mejor del mundo. Todo eso sucedía con Estados Unidos peleando contra China y con Cristina Kirchner bajándose un escalón, colocando a Alberto Fernández primero en la fórmula porque, evidentemente, con ella como cabeza, el kirchnerismo perdería con Mauricio Macri en segunda vuelta.
Sin embargo, en la última semana de mayo todo cambió. En el exterior hubo dos novedades resonantes. Por un lado, Estados Unidos agregó otro mojón a su guerra, amenazando con subirle los aranceles a los productos de México. Y, en lo que atañe a Argentina, el 29 de mayo el país fue colocado nuevamente en la categoría de países emergentes. Eso, supuestamente, abría un flujo potencial de unos US$ 1.000 millones que podrían canalizarse a los papeles argentinos que cotizan en el exterior. Y a nivel local, en la puja política, Roberto Lavagna de desdibujó levemente, el peronismo federal no se consolida, Sergio Massa negocia sumarse a los K, y ahora parecería que Macri deberá enfrentar a un peronismo unido, lo cual le plantea a Cambiemos una dificultad más grande para ganar.